Si la revolución industrial rompió el equilibrio que el hombre mantenía con la naturaleza e inició la contaminación convirtiéndola en uno de los problemas más críticos de la humanidad ¿qué podemos hacer para revertir esta situación?
Actualmente la lluvia es 100 veces más ácida que hace 200 años y esto nos está trayendo problemas.
De acuerdo a cifras entregadas por organismos medioambientales, para evitar los daños por acidificación la demanda mínima significaría una reducción de las emisiones de óxidos de azufre y óxidos de nitrógeno en al menos un 90 por ciento y un 75 por ciento en los compuestos orgánicos volátiles y amoníaco. Sin embargo la reducción de las emisiones de estos agentes contaminantes en realidad depende de las necesidades de cada región.En el período de 1980 a 1995, las emisiones de azufre en Austria, Finlandia y Suecia cayeron por encima del 80 %, las de óxidos de nitrógeno en un 10 % y las de amoníaco en un 15 % aproximadamente. Estos datos muestran que se está llevando a cabo una importante labor, pero aún queda un largo recorrido para alcanzar el objetivo de no sobrepasar las cargas críticas.El Consejo de Administración de Ambiente de la Comisión Europea, en su preparación de las estrategias que tomaría la Unión Europea para combatir la acidificación y la contaminación por ozono troposférico, estimó que si cumplen sus medidas ya acordadas, para el 2010 reducirían la emisión del dióxido de azufre en un 62 %, los óxidos de nitrógeno en un 38 %, los compuestos orgánicos volátiles en un 37 % y el amoníaco en un 16 %, en comparación con los niveles de 1990.
Es posible reducir las emisiones de contaminantes aéreos a los niveles de las cargas críticas, sin realizar grandes sacrificios financieros o materiales. Esto puede llevarse a cabo de muy diversas formas, aunque básicamente se identifican dos tipos de medidas: técnicas, que implican la aplicación de medios tecnológicos, y estructurales, que suponen un uso más eficiente de la energía.
Sin embargo, es difícil establecer una separación entre ambas estrategias, y en la mayoría de los casos resulta más rentable la combinación de ambas, tanto desde el punto de vista medioambiental como desde el económico; la reducción de las emisiones de contaminantes acidificantes simplemente aplicando las técnicas disponibles, no es el mejor medio ni el más barato. Resulta más sostenible a largo plazo la sustitución de la energía fósil por fuentes de energía renovables, así como la modificación de los medios de transporte, procurando también el descenso de los niveles del gas predominantemente responsable del efecto invernadero: el dióxido de carbono.
No obstante, según un estudio desarrollado en relación con la estrategia de acidificación de la Comisión de la Unión Europea, la adopción de un grupo de medidas basadas en las mejores técnicas disponibles aún resultaría rentable, ya que a pesar de suponer un costo anual de 73 mil millones de euros hacia el año 2010, los ingresos en forma de salud mejorada y corrosión reducida de los edificios alcanzarían hacia el mismo año al menos un valor de 91 mil millones de euros. Esto además conllevaría beneficios adicionales, tales como la reducción drástica de la acidificación de los ecosistemas.
Otro punto que ayudaría a la disminución de lluvia ácida es que tanto las plantas de combustión como los vehículos, pueden equiparse con tecnología de control de emisiones que puedan reducir en un 90 por ciento las emisiones de agentes acidificantes.
En el caso del dióxido de azufre, se puede actuar en tres puntos distintos del ciclo para reducir sus emisiones.
El primero es eliminando el azufre del combustible durante la quema, es decir, eliminar al máximo el contenido de azufre del carbón antes de su combustión. Esto se consigue mediante el lavado del carbón solo si el azufre se encuentra en forma inorgánica.
El segundo es realizando la desulfuración durante la combustión. La desulfuración de la combustión se da cuando se introducen absorbentes (caliza o dolomia), que consiguen la eliminación de una parte de dióxido de azufre. El tercer caso es la desulfuración de gases de dióxido de azufre que son los más eficaces en la reducción de estas emisiones consiguiéndose una disminución entre el 85-95 por ciento, con la ventaja además de poder aplicarse a grandes térmicas que ya están en funcionamiento.
A nivel personal también podemos colaborar, intentando reducir el consumo de energías fósiles e incrementando el de aquellas que se consideran renovables.Entre las medidas que podemos tomar para reducir la emisión de los contaminantes precursores del problema de la lluvia ácida está el impulsar el uso de gas natural tanto en la industria como en el hogar, convertir a gas el funcionamiento de nuestros vehículos, utilizar el transporte eléctrico y evitar el uso de sustancias químicas en nuestros cultivos.
Para concluir debemos de recordar que la clave para reducir la formación de la lluvia ácida es no dejar que las actividades generadoras de gases contaminantes excedan en la dosis que están reguladas en los parámetros permisibles establecidos por ley. Aquí el tema no es no contaminar sino hacerlo hasta donde sea tolerable y no nos afecte.
Debemos de recordar que la acidez se propaga a toda la tierra a partir de fuentes de polución localizados, que la contaminación no sólo destruye o altera la biodiversidad y ecosistemas sino que genera zonas y seres vivos tóxicos con trastornos irreversibles.
La contaminación es uno de los problemas más críticos que afronta la humanidad y solo en nuestras manos está el revertirla.
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