Fumarnos un cigarrillo, trasladarnos en nuestro auto hasta la casa de un amigo o simplemente utilizar plaguicidas o fertilizantes en nuestro jardín, son algunas sencillas actividades que realizamos diariamente sin imaginarnos que estamos contribuyendo a la formación de lluvia ácida, lluvia que destruye edificaciones, afecta las cosechas, las reservas de agua y vida en general.
La lluvia ácida es un serio problema que afrontamos en nuestro planeta. Esta lluvia se produce por las emisiones de óxido de azufre y óxidos de nitrógeno que reaccionan en el medio ambiente con la luz solar, el vapor del agua y el oxígeno, formando la llamada “lluvia ácida”.
A la lluvia ácida también se le conoce on el nombre técnico de “depósito húmedo” debido a que es la humedad de la atmósfera la que permite que el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno reaccionen y propicien la formación de ácido sulfúrico y ácido nítrico que son justamente los que le dan el carácter ácido a la lluvia, niebla o rocio que es lo que caerá sobre las aguas o cubrirá la tierra. Otros elementos que propician la acidez son el cloro, el amoníaco, los compuestos orgánicos volátiles y las partículas alcalinas, entre otras de menor importancia.
El dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, que son los agentes que le dan acidez a la lluvia, provienen principalmente de la emisión de las grandes centrales térmicas que queman combustibles fósiles, también de los miles de millones de motores de vehículos que transitan diariamente en el mundo así como de los calefactores que son encendidos en los hogares para combatir el frío. Estos elementos también son lanzados al aire por las plantas industriales. En cuanto al amoníaco su emisión proviene principalmente de las grandes cantidades de estiércol que producen las zonas ganaderas.
Si hablamos en cifras podemos afirmar que por lo menos el 71 % de la creación de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno provienen de la industria metalúrgica, el 23 % procede de la emisión natural que producen las erupciones volcánicas aunque hay que tomar en cuenta que esto no es constante dado que se trata de un fenómeno irregular. Un 5 % es de naturaleza oceánica y la descomposición de materia orgánica y consumo de cigarrillos hacen un 1 %. Cuando hablamos de lluvia ácida no vayamos a pensar que esta solo afecta a las zonas geográficas donde se presentan lluvias y que las zonas carentes de ellas se salvan de este fenómeno ambiental porque no es así.
Si bien en las zonas con escasez de precipitaciones la acidez no se encuentra en el agua de lluvia, lo que se da es la llamada "deposición seca", que se refiere a la deposición directa del ácido sobre las hojas de los árboles y en el suelo. Es así que ambos: los contaminantes atmosféricos que acarrea la lluvia o “depósito húmedo” y los que se precipitan por la gravedad al suelo o “depósito seco”, reciben el nombre genérico de “depósito atmosférico”.
También puede ocurrir que las sustancias contaminantes se mezclan con las gotas de niebla, produciéndose la "deposición oculta", cuya acidez puede llegar a ser hasta 10 veces superior a la de la lluvia ácida.Por otro lado, y especialmente en zonas con un elevado número de horas de insolación, los óxidos de nitrógeno pueden intervenir junto a los compuestos orgánicos volátiles en complejas reacciones fotoquímicas y dar lugar a la formación de ozono troposférico, que es un contaminante secundario fuertemente oxidante.En realidad el proceso de acidificación se ve influenciado por un gran número de factores que hacen que los efectos sean variables de unas zonas a otras. Además de la presencia de óxido de azufre y óxidos de nitrógeno en el ambiente, el grado de acidificación dependerá también de la sensibilidad de los suelos y de las aguas a la acidez, así como la concentración de partículas contaminantes.
Hay que tener en cuenta que dichas partículas contaminantes no afectan necesariamente la zona causante de la contaminación sino que por la fuerza de los vientos son transportadas a largas distancias y atacan a zonas con aire puro y libre de contaminación, lo que nos hace concluir que el problema de la acidificación no conoce de fronteras.
A la lluvia ácida también se le conoce on el nombre técnico de “depósito húmedo” debido a que es la humedad de la atmósfera la que permite que el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno reaccionen y propicien la formación de ácido sulfúrico y ácido nítrico que son justamente los que le dan el carácter ácido a la lluvia, niebla o rocio que es lo que caerá sobre las aguas o cubrirá la tierra. Otros elementos que propician la acidez son el cloro, el amoníaco, los compuestos orgánicos volátiles y las partículas alcalinas, entre otras de menor importancia.
El dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, que son los agentes que le dan acidez a la lluvia, provienen principalmente de la emisión de las grandes centrales térmicas que queman combustibles fósiles, también de los miles de millones de motores de vehículos que transitan diariamente en el mundo así como de los calefactores que son encendidos en los hogares para combatir el frío. Estos elementos también son lanzados al aire por las plantas industriales. En cuanto al amoníaco su emisión proviene principalmente de las grandes cantidades de estiércol que producen las zonas ganaderas.
Si hablamos en cifras podemos afirmar que por lo menos el 71 % de la creación de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno provienen de la industria metalúrgica, el 23 % procede de la emisión natural que producen las erupciones volcánicas aunque hay que tomar en cuenta que esto no es constante dado que se trata de un fenómeno irregular. Un 5 % es de naturaleza oceánica y la descomposición de materia orgánica y consumo de cigarrillos hacen un 1 %. Cuando hablamos de lluvia ácida no vayamos a pensar que esta solo afecta a las zonas geográficas donde se presentan lluvias y que las zonas carentes de ellas se salvan de este fenómeno ambiental porque no es así.
Si bien en las zonas con escasez de precipitaciones la acidez no se encuentra en el agua de lluvia, lo que se da es la llamada "deposición seca", que se refiere a la deposición directa del ácido sobre las hojas de los árboles y en el suelo. Es así que ambos: los contaminantes atmosféricos que acarrea la lluvia o “depósito húmedo” y los que se precipitan por la gravedad al suelo o “depósito seco”, reciben el nombre genérico de “depósito atmosférico”.
También puede ocurrir que las sustancias contaminantes se mezclan con las gotas de niebla, produciéndose la "deposición oculta", cuya acidez puede llegar a ser hasta 10 veces superior a la de la lluvia ácida.Por otro lado, y especialmente en zonas con un elevado número de horas de insolación, los óxidos de nitrógeno pueden intervenir junto a los compuestos orgánicos volátiles en complejas reacciones fotoquímicas y dar lugar a la formación de ozono troposférico, que es un contaminante secundario fuertemente oxidante.En realidad el proceso de acidificación se ve influenciado por un gran número de factores que hacen que los efectos sean variables de unas zonas a otras. Además de la presencia de óxido de azufre y óxidos de nitrógeno en el ambiente, el grado de acidificación dependerá también de la sensibilidad de los suelos y de las aguas a la acidez, así como la concentración de partículas contaminantes.
Hay que tener en cuenta que dichas partículas contaminantes no afectan necesariamente la zona causante de la contaminación sino que por la fuerza de los vientos son transportadas a largas distancias y atacan a zonas con aire puro y libre de contaminación, lo que nos hace concluir que el problema de la acidificación no conoce de fronteras.
Un ejemplo de cómo regiones con aire limpio sufren los problemas de la acidificación de sus aguas, son los lagos de los países escandinavos que debido al traslado de las emisiones de los óxidos de azufre y nitrógeno a través de los vientos se han visto perjudicados por la contaminación emanada del Reino Unido.